Puntos destacados de la investigación:
- La percepción que los adultos hispanos o latinos de EE. UU. tienen de su propia posición social en relación con la población general podría ser un factor determinante de su salud cardiovascular general.
- La autoubicación en una posición más elevada de la escala social se asoció a mejores niveles de índice de masa corporal, actividad física y glucemia entre los adultos hispanos o latinos.
Prohibida su divulgación hasta las 4 a. m. CT/5 a. m. ET del miércoles 11 de agosto de 2021
DALLAS, 11 de agosto de 2021 — La percepción que los adultos hispanos o latinos de EE. UU. tienen de su propia posición social en relación con la población general podría ser un factor determinante de su salud cardiovascular general, según los datos de una nueva investigación que apareció publicada hoy en Journal of the American Heart Association, una revista con acceso abierto de la American Heart Association.
De acuerdo con la American Heart Association, aproximadamente el 52 % de los hombres hispanos y el 43 % de las mujeres hispanas en los EE. UU. tenían una enfermedad cardiovascular en 2018. Las enfermedades cardiovasculares también causaron la muerte de 30 584 hombres hispanos y 25 983 mujeres hispanas de todas las edades.
El nivel socioeconómico (también denominado posición social objetiva) incluye la ocupación, el nivel educativo y los ingresos, factores que pueden influir en el riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular. Este es el primer estudio que sugiere que se puede utilizar la posición social subjetiva (autopercibida) junto con la posición social objetiva (medida en función de criterios establecidos) de las personas hispanas o latinas para evaluar la salud cardiovascular en general. La posición social subjetiva, también denominada posición social relativa, refleja cómo se percibe una persona con respecto a otros miembros de su comunidad en función de una serie de experiencias perceptuales e interpretativas, entre las que se incluyen la percepción de una persona sobre el respeto que le tienen y sobre su trabajo en términos de responsabilidad social o relevancia, o la satisfacción que una persona obtiene de otras actividades de su vida que determinan su posición social, más allá de lo que reflejen otros indicadores objetivos (p. ej., la crianza de los hijos, la posición de liderazgo en una comunidad espiritual, o la participación en alguna otra forma de voluntariado comunitario o defensa de causas sociales).
“Muchas de las personas que migraron a EE. UU. perciben un cambio en su posición social subjetiva que podría afectar su salud cardiovascular. Por ejemplo, una persona que antes trabajaba como docente o abogada en un país latinoamericano, como Colombia o México, podría descubrir que tiene menos posibilidades de empleo en EE. UU. por las dificultades con el idioma y la incompatibilidad de sus referencias profesionales. Para estas personas, la experiencia migratoria representa un descenso en la posición social según parámetros objetivos; es decir, solo podrían encontrar un empleo mal remunerado en el sector de servicios. “Este resultado afecta la percepción de la persona en cuanto a su posición social”, señala la Dra. Lissette M. Piedra, autora principal del estudio, magíster en Trabajo Social y profesora titular de la Facultad de Trabajo Social de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign. “Sin embargo, también podemos pensar en lo que ocurre con una persona que proviene de una comunidad rural latinoamericana donde hay graves deficiencias en cuanto a la mano de obra y donde los salarios son extremadamente bajos. En EE. UU., esta persona podría seguir consiguiendo empleos de bajos ingresos en relación con la población general, pero también es probable que el salario que cobre por el mismo empleo en EE. UU. sea muy superior al que podía cobrar en su país de origen. Aunque no se haya producido ningún cambio en su nivel educativo o en sus aptitudes, esta persona podría tener una percepción totalmente diferente respecto de su posición social a partir del aumento de sus ingresos.
“Nuestra experiencia subjetiva influye en cómo nos cuidamos y cómo interactuamos con los demás. A lo largo de la vida, estas acciones cotidianas pueden tener un impacto significativo en nuestra salud”, agrega. “La implicancia clínica de estos datos consiste en la posibilidad de que la percepción subjetiva de una posición social elevada sea un factor de protección, especialmente en los sectores de la población donde más importancia tienen las pequeñas diferencias que se van ampliando con el paso del tiempo”.
Los investigadores utilizaron datos de los participantes inscritos en el Estudio sobre la comunidad hispana/Estudio de latinos (Hispanic Community Health Study/Study of Latinos, HCHS/SOL) para examinar la relación entre la posición social subjetiva y la salud cardiovascular. La cohorte del HCHS/SOL está integrada por adultos hispanos o latinos catalogados como primera, segunda o tercera generación de inmigrantes (o migrantes, en el caso de Puerto Rico) de distintos orígenes (mexicanos, portorriqueños, dominicanos, cubanos, centroamericanos y sudamericanos). Los datos mostraban gran diversidad en cuanto a antecedentes hereditarios, residencia geográfica y posición socioeconómica para reflejar las características demográficas generales que deberían estar presentes en una muestra nacional (con excepción de la edad). Para este análisis, los investigadores accedieron, entre 2019 y 2020, a los datos de 15 374 adultos de 18 a 74 años de edad (con una edad promedio de 41), que viven en el Bronx, Nueva York; Chicago; Miami y San Diego.
La posición social subjetiva (o autopercibida) se calculó mediante la Escala MacArthur de posición social subjetiva, una escala social de 10 peldaños, donde el peldaño superior representa a las personas que tienen el nivel más elevado en términos de prestigio y éxito, mientras que el peldaño inferior representa al nivel más bajo. Se les pidió a los participantes del estudio que se ubicaran a sí mismos en esa escala, en relación con otros miembros de la población estadounidense.
El HCHS/SOL recopiló datos biométricos y datos proporcionados por los propios participantes. Se definió a la salud cardiovascular como ideal, intermedia o deficiente según el American Heart Association’s Life’s Simple 7 (LS7), un puntaje compuesto de siete factores modificables para tener un corazón saludable: condición de fumador, actividad física, dieta, índice de masa corporal, presión arterial, colesterol y niveles de glucosa. Se calculó un puntaje compuesto para medir la salud cardiovascular sumando los puntajes de los 7 indicadores (en el rango de 0 a 14; los puntajes más altos indican una mejor salud cardiovascular).
El análisis determinó lo siguiente:
- En general, más de tres cuartos de los participantes del estudio nacieron en otros países, fuera de EE. UU.
- La posición social subjetiva (o autopercibida) promedio entre todos los participantes fue de 4,4 (en una escala del 1 al 10).
- Menos de la mitad de la población del estudio tuvo el puntaje ideal en cuatro o más métricas de la escala LS7 en materia de salud cardiovascular.
- Se observó una correspondencia entre las percepciones subjetivas de una posición social elevada y los puntajes más altos en materia de salud cardiovascular en general. Esta correspondencia se mantuvo incluso después de ajustar los factores vinculados con la posición social objetiva (ocupación, ingresos y nivel educativo), las características demográficas y la salud.
- Las posiciones sociales subjetivas más elevadas también tuvieron una correspondencia positiva con las medidas ideales de índice de masa corporal, actividad física y glucemia en ayunas.
“Cuando se evalúa la salud cardiovascular de una persona, debemos considerar su experiencia subjetiva. Los médicos clínicos podrían preguntarles a los pacientes cómo se ven a sí mismos, de modo que, en el mejor de los casos, nuestras intervenciones contribuyan a elevar su sensación de autonomía y su percepción subjetiva en cuanto a su posición social”, sugiere Piedra. “Tal como indican nuestros resultados, la posición social subjetiva podría aportar conocimientos sumamente importantes sobre la salud cardiovascular de las personas hispanas o latinas”.
Una limitación seria en este estudio es el hecho de que la Escala MacArthur es una herramienta que solo permite realizar asociaciones amplias. En el estudio de HCS/SOL, solo se les preguntó a los participantes sobre la percepción de su propia posición social en un momento determinado. “Lo ideal sería que la pregunta fuera más específica, con referencias a la familia, la comunidad, el país y la ocupación”, señala Piedra. Además, dado que el estudio no fue longitudinal, no es posible saber si estas asociaciones podrían modificarse con el paso del tiempo ni cómo podrían modificarse.
Los coautores son Flavia C. D. Andrade, Ph.D., M.A., M.S.; Rosalba Hernandez, Ph.D., M.S.; Krista M. Perreira, Ph.D.; Linda C. Gallo, Ph.D.; Hector M. González, Ph.D.; Sara Gonzalez, Ph.D., M.P.H.; Jianwen Cai, Ph.D.; Jinsong Chen, Ph.D.; Sheila F. Castañeda, Ph.D.; K. M. Tabb, Ph.D.; Gregory A. Talavera, M.D., M.P.H.; Ramon A. Durazo-Arvizu, Ph.D., y Martha L. Daviglus, M.D., Ph.D. Los conflictos de interés de los autores están en el artículo.
National Institutes of Health se ocupó de financiar el estudio.
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